Comparto una duda que me trasladó una alumna en un curso reciente a enfermeras (y enfermero, que había solo uno), acerca de una situación que ella se encontraba habitualmente.
Paciente recién operada de mastectomía, que en planta expresa de manera más o menos explícita sus temores y preocupaciones sobre aspectos que trascienden el cuidado físico, y que entran en el terreno emocional: estética, sexualidad, autoestima…
Las dudas de esta profesional eran más o menos: ¿debo como enfermera atender y afrontar de manera activa estos temores? ¿O solo lo tengo que hacer si de manera absolutamente explícita la paciente me pregunta o me solicita información? ¿Entra esto dentro de las competencias esenciales de mi trabajo?
Después de un intenso y apasionado debate entre compañeras, la misma que planteó el debate se dirigió a mí, y me pregunto: ¿tú que harías? Y yo, a la gallega, le contesté con algunas preguntas:
Los temores a los que se refiere la paciente ¿tienen o pueden tener influencia en el devenir de su tratamiento, en su conocimiento de la enfermedad, y/o con el proceso de recuperación?
¿Puedes, con tu conocimiento y experiencia, aportar recursos a esa persona para que afronte con mayor seguridad su proceso?
¿Crees que afrontar y liderar esa conversación añade valor a la atención sanitaria que le estás prestando?
Si la respuesta es sí, y en este caso concreto parece que es así, entonces lo tengo claro: liderar la conversación es una buena opción porque aporta un valor añadido, y justificado, a nuestro trabajo.
Ahora bien, ¿cómo lo hacemos? Yo les di unas sencillas claves para hacerlo:
- Asegúrate la aceptación del paciente. Aceptación no necesariamente explícita, ya que podemos interpretar sin miedo que si una persona nos traslada un problema, nos faculta a que demos nuestra opinión. No obstante, ante la duda, pedir permiso no está de más: «¿Te gustaría que hablásemos de ello?». «Si quieres, podemos hablar del tema porque creo que te podemos dar alguna ayuda para afrontar la situación…».
- Busca el momento adecuado y dedica un tiempo específico a la conversación. No lo hagas mientras haces otras tareas.
- Genera un clima íntimo y de confianza.
- Construye un discurso racional y ten recursos en la mochila: información que se pueda entregar, enlaces de Internet…
- Deja reposar la información y ponte a su disposición para continuar cuando ella quiera.
Comunicar bien de manera reactiva (solo ante la demanda explícita del paciente) es bueno y necesario. Sin embargo, tengo claro que en casos de este tipo, ante la duda, liderar la conversación puede ser el factor determinante entre una buena atención y una atención excelente.