Tanto en los cursos de formación que imparto sobre “Comunicación para mejorar los resultados en la salud de los pacientes”, como en las conversaciones informales que mantengo con médicos de cualquier especialidad, surge una preocupación que se repite de manera cotidiana: ¿cómo hacer para que los pacientes sigan el tratamiento?
Incluso en los casos en los que los médicos tienen un alto nivel de orientación al paciente, y que aplican técnicas para construir relaciones efectivas con sus pacientes, los profesionales manifiestan esta inquietud.
Está claro que la adherencia al tratamiento es uno de los problemas más relevantes en la sanidad actual. El impacto de que un paciente que no entienda, asuma y sigua su tratamiento (ya sea farmacológico o de cambio de hábitos) es profundo, primero para la salud del paciente, y segundo para la salud del sistema sanitario.
El Observatorio para la Adherencia al Tratamiento en su último informe de adherencia de la Comunidad de Madrid, recoge datos que sorprenden, como por ejemplo, que los niveles más bajos de adherencia se registran en las franjas de edad más jóvenes, y sin embargo, es en esas franjas donde los pacientes demandan más información de su enfermedad y su tratamiento.
¿Qué está pasando entonces? A riesgo de ser reduccionista, no parece descabellado pensar que si los colectivos de población que demandan más información, son los que tienen niveles bajos de adherencia, es porque o bien no reciben información, o bien la que reciben no es entendible o adecuada.
Existe abundante literatura acerca de los resultados positivos en adherencia al tratamiento que genera una adecuada comunicación médico-paciente (una buena referencia para encontrar estudios sobre ello es el Journal of Health Communication). La comunicación no es solo un elemento que mejora la satisfacción percibida, sino que es un elemento que contribuye a la mejora de la salud. Por tanto, es vital que pasemos del modelo tradicional de transmisión unidireccional de la información, a un modelo de relación médico-paciente que fomente la comunicación por ambas partes. Nos guste o no, el paciente actual está más capacitado para manejar información y para elegir, y en base a ello demanda un rol más activo.
Dicho esto, y hablando del ámbito de la relación médico-paciente, en mi opinión el fomento de la adherencia pasa por las siguientes claves:
- Trabajar en la capacidad de influencia del médico (la capacitación técnica la presuponemos). Reforzar el liderazgo, para influir en los actos de los pacientes.
- Establecer un entorno de relación cómodo para el paciente, y que fomente la confianza y la participación.
- Transmitir información que fomente el entendimiento:
- Información clara de la enfermedad, de las ventajas y desventajas del tratamiento, y siempre atendiendo al objetivo esencial de la asistencia (curación, control de la enfermedad, mejora de la calidad de vida…)
- Información proporcionada de manera ordenada y sin apabullar.
- Ofrecer elecciones.
- Comprobar el entendimiento.
- Voluntad del paciente. No hay que obviar la responsabilidad del paciente en su propio proceso, pero esa voluntad se nutre y fortalece con un adecuado trabajo de los tres puntos anteriores.
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