Me gustó mucho una frase que escuché no recuerdo a quién: “Cuando los pacientes entran en el hospital, en la puerta dejan su vanidad”.
Esta frase está perfectamente representada en este fragmento de la película The Doctor:
Esto no se produce solo por tener que llevar la bata con la que se te ve la retaguardia (pero ayuda), sino porque al entrar en un hospital, solo por el mero hecho de hacerlo y sin que medie ninguna acción exterior, el paciente y su familia se disponen a sentir emociones como el miedo, la incertidumbre, el desamparo… ¿Somos conscientes de ello?
Por supuesto que sí, pero ¿cuántas veces usamos la empatía de manera deliberada, con intención, y no solo como una respuesta instintiva ante un problema de un paciente?
La empatía, utilizada en momentos clave, es una herramienta esencial para, por ejemplo, conseguir que un paciente asuma y entienda su enfermedad. Para decidir en qué momento debe recibir cierta información, y en qué momento simplemente hay que acompañarle… Porque si yo entiendo que la angustia de un paciente oncológico le está impidiendo entender la información que le transmito, podré adaptar dicha información para que realmente la pueda asumir.
Vale, ya sabemos que la empatía es importante, pero ¿cómo la ponemos en práctica? Podemos señalar 5+1 claves de la práctica de la empatía:
- Escucha activa.
- Estar completamente presente.
- Detectar la emoción.
- Validar la emoción y aceptarla sin juicio.
- Verbalizarla.
Y el bonus track de las claves de la empatía puede resultar muy duro para algunos oídos: sintiéndolo mucho, el profesional sanitario no es el protagonista de la asistencia de un paciente. Es un actor principal, sin duda, pero hay una premisa de partida que debemos aceptar para practicar la empatía: el paciente (generalmente) no ha elegido ser el protagonista, y sin embargo lo es. No lo olvidemos.
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